Los retos de la inclusión de las personas afrodescendientes en México en el Censo 2020.
Emiko Saldivar, responsable del proyecto, y Erika Arenas, corresponsable del proyecto. Universidad de California, Santa Bárbara.
Las políticas de reconocimiento de la población indígena y afrodescendiente en América Latina, en las últimas tres décadas, se ven reflejadas en un incremento de su visibilidad estadística. Entre los años de 1980 y 2000, el número de países latinoamericanos que han incluido preguntas étnico-raciales en sus censos nacionales se ha incrementado casi al doble. Como parte de esta tendencia, en marzo de 2015, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) introdujo la categoría de afrodescendiente en su Encuesta Intercensal. La inclusión de esta pregunta es un logro importante, es el resultado de décadas de demandas constantes por la visibilidad y el reconocimiento de la población negra en México. Después de varios estudios piloto y reuniones de trabajo entre personas expertas en el tema, representantes gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil, una pregunta fue acordada. Los resultados mostraron que alrededor de 1.4 millones de personas se autoadscriben como afrodescendientes, lo cual es una diferencia considerable con las 450,000 que se habían estimado previamente. Sorprendentemente, estos mismos datos indican que no hay diferencias socioeconómicas entre quienes se autoidentifican como afrodescendientes y el resto de la población censada (INEGI, 2015, 2017; CNDH, 2016). Esto contradice los estudios previos que muestran que la población afrodescendiente vive en situaciones de pobreza y exclusión social.
Una discusión clave durante el diseño de la Encuesta Intercensal fue mediar entre el uso de términos que reflejaran las formas locales de autoadscripción (alrededor de diez diferentes términos) con la necesidad de una pregunta simple y precisa que requiere un cuestionario de un censo nacional. Además, existió desacuerdos del uso de ciertos términos (por ejemplo: afromexicana/o y no negra/o). Esto último, debido a la preocupación de evitar cualquier referencia a raza (por ejemplo: fenotipo, color de piel, etc.) y a la insistencia de definir la negritud como etnia. No obstante, los resultados de la Encuesta Intercensal 2015 muestran lo que parece ser una diversidad de gente afrodescendiente a lo largo del país, confrontando varias preconcepciones de cómo la población afrodescendiente debería ser caracterizada. Por ejemplo, 77% vive en zonas urbanas y 58% reside fuera de Guerrero, Oaxaca y Veracruz, Estados a los que tradicionalmente se les reconoce por su presencia y orígenes de la población afrodescendiente nacional. Estos resultados complejizan la premisa de que el reconocimiento de la gente afrodescendiente mexicana tiene que ser en términos de su cultura, historia y tradición. Otro problema importante y que concierne a este proyecto, es que la pregunta de la Encuesta Intercensal parece no haber capturado las desventajas económicas y la exclusión racial que han sido registradas en otras investigaciones.
Este proyecto buscará explicar las discrepancias entre los datos de la Encuesta Intercensal y la aceptación generalizada de las desventajas económica de la gente afrodescendiente en México. Así, los objetivos de este proyecto son: 1) Contribuir al refinamiento de la pregunta para que también explique la desigualdad racial; 2) Promover la inclusión de la justicia racial en el diseño de la política pública; 3) Promover la inclusión de una perspectiva racial entre quienes estudian la desigualdad, pobreza y la población afrodescendiente en México; y 4) Desarrollar una metodología para promover el uso estadístico para el empoderamiento de defensoras/es indígenas y afrodescendientes en el uso de información estadística precisa y confiable como herramienta para lograr justicia racial.