La transformación del PRI

La transformación del PRI

En el tiempo de la Revolución Mexicana, Plutarco Elias Calles tiene la visión de crear un partido que aglutinara a todos los sectores para que dejaran las armas y dejaran de ser una amenaza para su gobierno; pero fue hasta 1929 cuando crea el Partido Nacional Revolucionario PNR concebido como un partido de masas para promover la participación ciudadana a través de movilizaciones.

Elias Calles logró mantener en calma al país y gracias a él se impulsó la economía, industria, comercio y agricultura de México, y aunque se logró un desarrollo económico estable, su gobierno fue conocido como el Maximato ya que era conocido como el “Jefe Máximo de la Revolución”.

En 1938 Lázaro Cárdenas del Río crea el PRM (Partido de la Revolución Mexicana) para desterrar el sistema político creado por Plutarco Elías Calles. Este partido solo participó como tal en las elecciones presidenciales de 1940, apoyando la candidatura de Manuel Ávila Camacho, y las legislativas de 1943 y 1945; pero el 18 de enero de 1946 Ávila Camacho y el entonces recién nominado candidato presidencial Miguel Alemán Valdés impulsaron su transformación en Partido Revolucionario Institucional. ( PRI ).

Desde su creación hasta el año 2000,  México había estado gobernado por el PRI; pero en ese año el PRI pierde la presidencia nacional ante el panista Vicente Fox Quesada y su sucesor en el 2006 con Felipe Calderon Hinojosa.

En el 2012, a los priista les funcionó su estrategia del Nuevo PRI, una publicidad que les permitió la llegada al poder y ganara las elecciones del 2012 el actual presidente priista Enrique Peña Nieto; hoy después de casi 80 años de la creación de este partido, Enrique Peña Nieto considera que debe cambiarse el nombre del Partido Revolucionario Institucional, debido al a masacre que vivió en las elecciones del 2018; propuesta que ya puso en la mesa la Presidenta Nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu.

En este último sexenio, el PRI se caracterizó por ser un partido impune, corrupto, influyentista y neoliberalista, entre otras cosas; que más que un cambio de nombre necesita un cambio de estatutos, un cambio de política y de aplicación de justicia; misma que necesita ser ejercida desde casa con castigos ejemplares para que los mexicanos puedan volver a creer no en un nombre, sino en los seguidores y las personas que siguen y seguirán siendo parte de ese sistema o partido.

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